Dos mil veintiuno y en abril para más señas. Este año la pandemia nos ha impedido celebrar los 500 años del levantamiento comunero en la campa de Villalar como es tradicional: con fiesta multitudinaria, mitines, música y comida campestre. Pero quizá ello nos ayude a hacer algo que nos puede venir muy bien: mirar hacia dentro y reflexionar.
Siempre he pensado que gran parte de los problemas que aquejan a esta tierra se deben a que tenemos una mirada excesivamente volcada hacia fuera, tanto para lo bueno (poco chauvinista) como para lo malo (desidia hacia lo propio). Castilla ha tenido y sigue teniendo en su imaginario un exceso de valores que podemos llamar (siguiendo la terminología china) “yang”, es decir, expansivos (tierra de conquistadores, austera, ruda, luchadora, dominante…) mientras la introspección es el elemento “yin” por excelencia (como lo son la fertilidad, la sensibilidad, los cuidados, la nutrición…). Igual que el paisaje castellano tiene déficit de agua, el alma castellana padece de un déficit de introspección, de aprecio a lo propio.
En varias ocasiones he sostenido que la historia de Castilla está marcada por exceso de expansión que la llevó a un enorme desequilibrio y fue la causa del colapso del siglo XVII. Un colapso es una caída brusca de la complejidad social y se debe, en la mayoría de las ocasiones, a la sobrexplotación de la base social y/o ecológica que sustenta una sociedad. Podemos decir que es un exceso de expansión yang que se hace a costa de sobrexplotar y agotar los elementos yin que alimentan la sociedad (sus campesinado, su clase obrera, sus bosques y tierras, sus familias…).
Superar un colapso requiere comprender las razones que lo han causado. En cierta forma, el castellanismo está haciéndo esa labor este año al reflexionar sobre el imperio español y las tradiciones comunitarias castellanas. Podemos decir que el imperio es ese elemento yang que nos forzó a la expansión constante y nos condujo al colapso mientras las comunidades son los elementos yin, base de la sociedad.
Pero, además de ser conscientes de esa relación imperio-comunidad y esa sobrexplotación que nos llevó al colapso, también deberíamos ser capaces de analizar hasta qué punto esas actitudes de excesivo amor a la expansión y excesiva poca introspección todavía siguen siendo alimentadas consciente o inconscientemente por todos nosotros y nosotras. Deberiamos revisar si esa propensión a expandirnos a costa de sobrexplotar nuestra base social sigue estando presente en nuestro imaginario colectivo.
Castilla necesita mirar hacia dentro, porque la introspección es la actitud yin por excelencia: la actitud aparentemente pasiva, pero en la que se basa la curación y la regeneración y en estos momento necesitamos, urgentemente, un proceso muy profundo de regeneración. A los habitantes de esta tierra no nos suele gustar mucho mirar hacia dentro. Nos lo impide una mezcla de vergüenza y prejuicios de leyendas negras. Quizá no nos gusta mirar hacia dentro porque eso hace que oigamos los ecos de nuestro colapso (que, aunque parezca imposible, todavía resuenan) y los colapsos no son dinámicas precisamente agradables. Pero 500 años ya son muchos años y, así como la celebración de los 500 años de la llegada de Colón a América sirvió para regenerar las culturas precolombinas, el 500 aniversario del levantamiento comunero debe servirnos para regenerar las comunidades castellanas.
En cierta forma, Castilla ya está empezando a mirar hacia adentro para intentar regenerarse, porque hemos llegado a la conclusión de que estamos tocando fondo y no podemos seguir cayendo. O somos capaces de cultivar un movimiento social realmente transformador, o esto que llamamos Castilla terminará desapareciendo para convertirse en un solar baldío que no tenga otra función dentro de Europa que servir de vertedero de los residuos de la industria más extractivista. Aunque todavía sea tímido, este movimiento regenerador ya ha comenzado y espero que siga creciendo. Para ello, yo le animaría a que huyera de los tópicos de la Castilla expansiva, austera, dominante y guerrera y vuelva la mirada hacia la Castilla íntima, fértil, amable, volcada en lo más pequeño, en lo rural, en los barrios, en lo popular, porque no podemos seguir construyendo nuestra identidad colectiva sobre la misma actitud expansiva y dominadora que nos hizo caer y ser incapaces de levantarnos durante tantos siglos.
– Habas contadas Read Morerl]